jueves, 6 de mayo de 2010

Otra de piratas


Que me perdone el Ministerio de Cultura pero no fumo en el ascensor haya una embarazada o no. Pueden multarme. Tampoco circulo a cien kilómetros por la ciudad atropellando carritos de bebés. Me quitan puntos. Y no tengo la necesidad maníaca de ir derribando papeleras a patadas por la ciudad. Quizá sea una clara especie de ciudadano raro, ¿por qué no? Pero no me identifico con nada de lo que se muestra en los 25 segundos de desperdicio publicitario con los que se intenta equiparar esos actos “vandálicos” con la piratería. No la de Somalia, que esa sólo preocupa en algunos momentos puntuales, sino la de Internet. Eterna batalla que emprendió César Antonio Molina Sánchez (anterior ministro de Cultura), continuó Ángeles González-Sinde y que parece, aunque suene a chiste, más peligrosa que cien negros con machete en un barco pesquero. Lo cierto es que a través de una votación popular organizada por FACUA, asociación dedicada a la defensa de los consumidores, se ha dado la victoria con un 45% de los votos al peor anuncio del pasado año realizado por el Ministerio de Cultura sobre la piratería. Y razón no les falta.
El debate sobre la descarga gratuita o no de los contenidos web es algo que viene de largo. Sin embargo, no siempre se ha actuado bien. Por poner algún ejemplo: el pago del canon digital es considerado por muchos una medida preventiva. ¿Qué motivos llevan a pensar que cuando un abuelo compra una radio lo está haciendo para grabar los éxitos musicales del momento y venderlos en el top manta de Villaconejos? De hecho, la única manta que conoce el mío es la que se echa por encima todas las noches para no pasar frío. No está bien que paguen abuelos por pecadores. Y mucho menos se puede exigir un castigo antes de haber cometido un delito. De todos modos, FACUA reitera y recuerda que la descarga de archivos en Internet a través de redes P2P (Emule, Ares...) no es tan siquiera un delito, sino un intercambio de información o datos entre usuarios. De esta manera, parece que el Ministerio de Cultura no termina de articular la palabra “compartir” y no hace nada por entender que prestar lo que honradamente se ha adquirido antes, no es algo dañino. Todo lo contrario, enriquece la cultura. O, ¿es que lo que no se paga no merece ser llamado cultura? Les aviso, tengan cuidado cuando compren un libro y se lo presten a alguien, pueden ser observados y, por supuesto, penalizados. Porque nada escapa al ojo que todo lo ve y no me refiero al de Gran Hermano, sino al de la Ministra Ángeles González-Sinde, la cíclope de las descargas.

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