viernes, 19 de febrero de 2010

Tampoco nos sobra corazón


Venga con nosotros, al fin y al cabo, somos los únicos que parecemos tener un poco de corazón aunque no nos sobre. Deje el bastón y siéntese en esta butaca. Por un día, las tornas han cambiado y, hoy, voy a ser yo el que le cuente un cuento real, no para dormir, sino para que sea capaz de abrir los ojos.
Soy joven, lo sé. Usted algo mayor pero no inútil. Ochenta y muchos años de experiencia trabajada en sus espaldas que lo demuestra. De eso estoy seguro. Sin embargo, todavía no ha aprendido que sus cuervos, a diferencia de los del refrán, ya no sólo saben sacar los ojos. Ahora, también han aprendido a llevarse todo lo que pueden, incluso su ilusión. Por muy poco calcio que tengan sus huesos, todavía pueden dar mucha guerra y paseos por el campo de batalla filial. Y si no lo consigue, ya le daremos leche pero sin ningún tipo de vitamina que la adoctrine. Leche pura, como la de sus tiempos.

Lo admito, sé que fuimos los primeros en errar porque es de humanos y nosotros lo somos. Pero también, sabemos rectificar y no circulamos en procesión, como santurrones, portando el estandarte de la hipocresía, de la más absoluta falsedad.

["El oro, pa' quien lo quiera"]

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