jueves, 7 de enero de 2010

Por los viejos tiempos


El año nuevo no ha servido para cambiar cosas del anterior. Cuando acaban las uvas siempre se dice lo mismo y al final todo vuelve a ser como siempre. Quizá, en esta ocasión 18 años tirando del hilo hayan acabado por deshilachar la manta entera. Una manta que tejimos con ilusión, cariño y sobre todo buenos ratos. Ahora es todo muy diferente. Siempre he pensado que las personas evolucionan pero no que lo hacían de esta manera. ¿Qué pensar cuando ni siquiera la risa de alguien suena igual?

Es duro pasar de ser esa mitad que creíamos serlo a ser ese tacón puto que te duele en las noches más bailongas del sábado. Realmente cuesta dejar de ser aquel amigo de fatigas para convertirme en un compañero de juergas una vez por semana. Sabía que podía ocurrir y que de hecho iba a pasar con los años pero no sabía que la prisa iba a ser una constante. En primer lugar, porque nunca ha sido una buena consejera y en segundo, porque creía que “aunque tuviéramos nuestros más y nuestros menos, siempre hemos estado ahí y nos hemos llevado de cine, como hermanos”, ¿recuerdas? Ahora apostillo yo, “como primos un tanto lejanos”, cada vez más.


P.D. "Mi intención no es reprochar lo que me venga en gana. Hoy te doy la libertad de no callarte nada"

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Aquí la de labiano al habla:
para aquellos que decían que yo ser una pesimista.... eso que tú tan bien explicas, querido christian, yo...
YA LO SABÍAA!! YA LO SABÍAAA!! tiririri!

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