sábado, 10 de octubre de 2009

Me apetecía decirlo


Cuando un viernes cualquiera no se convierte en un día más, es motivo suficiente para ser feliz. O cuando una sonrisa logra decirte todo lo que una palabra jámas podrá conseguir, es momento de ser feliz, ¿verdad?. Sin embargo, eso sólo pasa en las películas pastelosas y previsibles. En la mía, las conversaciones inoportunas patrocinadas por una marca de vino barata rajan el saco en el que guardaba mi rencor desde hace tiempo y la desconfianza termina de matar a los protagonistas. ¿Para qué una película perfecta si no es real? Por eso, yo siempre he preferido la acción y un poco de pimienta negra que te haga estornudar y parpadear para que no se me sequen los ojos. Aunque siempre dicen que los borrachos y los niños no mienten, yo nunca he terminado de creérmelo del todo y prefiero no hacerlo en esta ocasión. Tiempo al tiempo y yo soy yo, el de siempre. El que quiera entender que entienda.

[Quedará en el aire un pensamiento que se irá sincero y lento...]

3 comentarios:

Andrea dijo...

¿Y qué pasa si no lo pillo, querido Sanz?

Cristian Betelu dijo...

eso significa que tú no eres la destinataria directa... Muaks!

Andrea dijo...

guapo, más que guapo!
eres un artista!!!

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